martes, 5 de junio de 2018

EL VENENO DEL NACIONALISMO

El nacionalismo catalán se ha convertido en un verdadero problema no sólo para España sino también para Europa. Debe reconocerse que el nacionalismo es aceptable en lo que tiene de defensa de la historia y cultura propias, o bien cuando implica la liberación de un pueblo oprimido. Pero cuando se convierte en excluyente es peligroso y, como ha asegurado la profesora Elvira Roca Barea, es equiparable a una secta. No es admisible bajo ningún concepto que los catalanes se consideren superiores al resto de españoles y, por extensión, pretendan conseguir del Estado determinados privilegios. Las Autonomías españolas, superados ya los difíciles momentos en que surgieron, deben ser todas iguales. Cada una con sus particularidades, pero todas iguales. Sin embargo, los catalanes y también los vascos, no quieren esto. Van a seguir tensando la cuerda con el Estado y llevando adelante una política de confrontación. En cuanto a Europa, nos sorprende aún pensar cómo fue posible que en Alemania, el país más culto y desarrollado del momento, pudiera surgir en su día el nacionalismo nazi, que exterminó en masa a millones de judíos y otras minorías étnicas y laminó política y físicamente a toda la oposición. Por eso el gran escritor Mario Vargas Llosa ha podido decir con razón: "El nacionalismo es una plaga que ha llenado de sangre la Historia, y al que hay que combatir"(entrevista en ABC, 3-XI-2010). Pero desgraciadamente el asunto tiene mala soldadura. Creemos, con Ortega y Gasset, que el problema persistirá y lo que tendremos que hacer será resolverlo si se puede, y si no, conllevarlo. Véase nuestro trabajo "La rana y el escorpión"(diario HOY, 17-II-2018).

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