lunes, 8 de abril de 2013

CORRUPCIÓN

     CORRUPCIÓN, ¡NO VA MÁS!
Me quedo atónito ante los casos cada vez más frecuentes de corrupción en España. La desaparición de 
controles a todos los niveles y la inexistencia de castigos ejemplares no ayudan a que desaparezca esta 
verdadera plaga. 
 El daño que ello produce en  los jovenes, en nuestros alumnos, es muy grande. Debemos de hacer los 
profesores un gran esfuerzo por hacerles ver que la política es o debiera ser  una actividad noble. En último
término, que comprendan que lo importanate en la vida no es el tener sino el ser.
    Pero lo que deben saber también nuestros jovenes es que la corrupción se origina en nuestro mismo sistema democrático. La democracia, que con tantos esfuerzos y  renuncias de un lado y de otro construimos entre todos, ha degenerado al cabo de treinta y tantos años en una partitocracia. Los partidos políticos se han convertido en verdaderas maquinarias electorales, preocupados sólo de promocionar a las posiciones de poder a correligionarios dóciles aunque romos intelectual y moralmente. Si a ello unimos que la división de poderes, fundamental en una verdadera democracia, no existe o sólo existe sobre el papel y que los gobiernos, con más frecuencia de la debida, actúan motivados no por el bien común o general sino por intereses particulares y/o  corporativos, no es exagerado entonces afirmar que, en cierta medida, vivimos gobernados por una especie de despotismo ilustrado, cuyo lema de gobierno era Todo para el pueblo, pero sin el pueblo.Los ciudadanos, poseedores de derechos naturales y políticos y poseedores legítimos de la soberanía nacional, se ven sin embargo despojados cada vez más de su capacidad de influencia y control del poder político por una casta de políticos profesionales.De ahí la indiferencia o pasotismo de la sociedad ante la política.

    Pero no nos confundamos, la corrupción no es sólo política. También se origina en el modelo de sociedad que tenemos, modelo que da primacía al dinero, a la riqueza fácil y a la apariencia. Cada vez estamos más atrapados por una sociedad basada en un consumo ilimitado más allá de las necesidades reales de los ciudadanos. Parece como si la única fuente de felicidad fuera un consumo voraz. Y lo dramático es que, junto a ello, los diferentes gobiernos son incapaces de terminar con las diferencias sociales, cada vez más profundas y más difíciles de ocultar. Se me dirá que qué tiene que ver esto con la corrupción política. Pues mucho, pues este tipo de sociedad que adormece a las gentes con un consumo desaforado, pero que a la larga es alienante, esta sociedad supone el caldo de cultivo para que proliferen conductas muy alejadas de lo que debiera ser una verdadera ética ciudadana, asentada en valores de austeridad, pluralismo y justicia e igualdad sociales.Digamos que el modelo de sociedad que tenemos es una magnífica cantera de futuros corruptos.




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