lunes, 24 de marzo de 2014

SUÁREZ, DIFÍCILMENTE REPETIBLE

La histotria de los pueblos la hacen sus propios pueblos. Ya pasó la época en que sólo se reconocía a reyes, ministros, diplomáticos, en suma, a los grandes hombres públicos como protagonistas de la historia. Afortunadamente nos hemos ido dando cuenta que son los ciudadanos los artífices de su propio porvenir. Pero aun reconociendo esto, debemos admitir también que en determinadas épocas históricas surgen algunos personajes que parecen, digamos, tocados por la mano de los dioses. Este es el caso de Adolfo SUAREZ. Fue el hombre adecuado en el momento oportuno. El paso de la dictadura franquista a la democracia que disfrutamos todos hoy  no puede entenderse sin él. Dicho paso lo protagonizó el pueblo, pero sin la guía y orientación de SUÁREZ tal vez no se hubiera producido. Creemos que es de justicia reconocer esto, sobre todo estos días con motivo de su fallecimiento.

Derrochó generosidad y entrega con un estilo lleno de buenas maneras. Con un encanto personal grande, consensuó en torno a su proyecto a la mayoría de las fuerzas políticas, venciendo enormes resistencias, como pusieron de manifiesto el 23-F o los continuos atentatos terroristas de ETA. Superaba  así SUÁREZ
la tradicional división de las dos Españas, que hundía sus raíces modernamente en el siglo XVIII con la oposición ilustrados-antiilustrados, continuaba durante el XIX con el enfrentamiento entre liberales y conservadores para culminar en nuestra Guerra Civil de 1936 donde se produjo ya la lucha a muerte entre lo que Unamuno denominó los hunos y los hotros. Con SUÁREZ podemos decir que se normalizó la trayectoria vital española, alineándose nuestro país con el resto de países europeos.

Supo también desprenderse del Poder cuando comprendió que podía ser un obstáculo o inconveniente para su país. En suma, antepuso los intereses de su país a los suyos propios o a los de su partido. Por todo ello cabe calificarle de un verdadero hombre de estado. La mayoría de los políticos con los que le tocó lidiar estaban a mucha distancia de él por la sencilla razón de que no tuvieron la amplitud y generosidad de miras que él tuvo. Eran hombres de partido, no estadistas. Además, SUÁREZ no mostró apego al cargo ni tampoco apetencias económicas valiéndose de su situación. Fue a la política por vocación y con el propósito de servir a su país y de hacer cosas por él.No debemos caer, sin embargo, en la mitificación dse SUÁREZ pues, junto a importantes cualidades, tuvo carencias también importantes como el no ser hombre de partido, carecer de dotes oratorias o no tener un suficiente bagaje intelectual y teórico.

Destacar también que lo importante de SUÁREZ no sólo fue su capacidad de aunar en un proyecto político a todas las fuerzas políticas, sino que fue un político con una importante dimensión social como demuestran las reformas fiscal y laboral que llevó adelante. Ya de pequeño anunciaba esto cuando su abuela le reñía por llegar a casa sin zapatos al habérselos dado a algún niño pobre.

Por último, destacar su arrojo personal, su valentía. Algunos dirigentes políticos desarrollan un miedo indisimulable a la reacción de las masas, a atentados, etc. SUÁREZ demostró su valor durante el 23-F. Su gallarda actuación defendiendo al general Gutiérrez Mellado y su determinación de no humillarse tirándose al suelo,  le crearon en el pueblo una imágen valiosísima e imperecedera.

Es un verdadero placer explicar el tema de la Transición española y la figura de SUÁREZ a los alumnos. Independientemente de ideologías, y teniendo en cuenta que cometió errores, cabe sentir admiración tanto por su figura humana como política. D.E.P.